Decada del 70. El lobo goleaba en lo deportivo e institucional y se atrevía a soñar en grande en convertirse en una de las sedes mundialista de Argentina 1978 para que algunas de las figuras de talla mundial, como Johan Cruyff, Karl Rummenigge, Michel Platini, Hugo Sánchez, Toninho o Gaetano Scirea, pudieran desplegar todo de su talento dentro del Templo Caracol; por esos días máximo escenario del balompié de las tierras del sol y del buen vino. En la cancha ,el Victor y sus compadres, transformaban al futbol en una danza con pelota y, fuera de ella, Pescarmona, Guzzo, Nazar, Kolton y Terranova, entre tantos otros colaboradores, le daban el sustento necesario a "La Orquesta" para que sonara afinada y en plenitud.
Pero los protagonistas principales de la historia a la que vamos a hacer referencia en esta entrega, lejos de aquellos famosos apellidos -aunque no menos importantes en el legado gimnasista- resultaron ser los hinchas; si, gente común, como vos o como yo. Esos que su único anhelo era presenciar un match del Lobo de local en "su" Platea Oeste; la misma que se había proyectado y avanzaba con firmeza en los albores de los años del flower power hippie. ¿Y por qué utilizamos el pronombre "su"? ¿casualidad?. Claro que no.
Para la construcción de la flamante obra y bajo la premisa de captar fondos, se emprendió una novedosa táctica para generar ingresos en tiempos donde el público colmaba estadios y hacía largas colas buscando comprar un boleto que, por ejemplo, en los clásicos contra la Lepra se convertían en preciados tesoros. Cada dirigente Pituco tenía la misión de ofrecer y vender las "Plateas Vitalicias" a los distintos personajes del Mundo Lobo que trajinaba días de gloria.
DOCUMENTO. El "Carnet Azul" fue testigo de una época. / FOTO ARCHIVO PUROLOBO
El beneficiario de dicho título -aseguraban en ese entonces- tendría garantizado de por vida una butaca en la nuevas instalaciones. Con esta seductora propuesta cientos de fieles Mensanas fueron adquiriendo sus localidades y tal privilegio rigió ininterrumpidamente durante casi 20 años; ya entrados en los duros 90´, en conjunto con el decaimiento del fútbol mendocino y del interior en general, llegaría el ostracismo del famoso "carnet azul" (también denominado celeste) a punto tal que en 2015 (40 a 43 años después de su emisión), es desconocido por la mayoría de los que domingo a domingo colman las gradas blanquinegras. Cabe destacar, que a diferencia de la actualidad que basta tan solo una entrada, para ingresar en esa época a platea, había que contar con la entrada general (o popular) y el adicional correspondiente.
"Lalo" Ortega, reconocido plateista que sigue al Lobo desde toda la vida, en diálogo con www.PuroLobo.com recuerda "mi papá adquirió tres plateas vitalicias gracias a la venta que hacían los dirigentes de ese entonces; si bien nuestra intención siempre fue la de pagar la entrada, en realidad se compró para ayudar con la construcción. Todavía conservo de recuerdo el carnet".
Es difícil cuantificar la cantidad exacta de "Plateas Vitalicias" enajenadas (aproximadamente entre el 71 o 72 y el 73) ya que se omitió agregar alguna cifra que permitiera individualizar los distintos documentos entregados; a la foto, nombre y apellido de cada adquirente se le colocaba únicamente el número de socio. Además los "Carnet Azules", iban a acompañadas de la firmas y sellos de José "Pepe" Vila Porcar, vicepresidente primero, y Ángel Vidal, secretario primero.
Para cerrar esta nota ,casi a modo de homenaje, y pese a que la verdadera donación es la que se hace sin esperar nada a cambio, queriamos recordar a todos aquellos hinchas, fanáticos Caracoles, que aportaron su granito de arena y, prácticamente desde el anonimato, se erigieron en pilares claves para la construcción de la Platea más elevada del club con más historia de Mendoza...