Sé que empecé a ir desde chico, cuando al césped se le vía la tierra (o cuando a esa cancha de tierra apenas se le veía algo de pasto). No sé, ni me importa, no lo pretendo entender. Ya no había glorias, ni campeonatos, no vi el fútbol champagne del Víctor y los compadres, apenas algo de esa escuela, la mayoría me la contaron (como les pasó a muchos) y la piel se me encrespaba con esas historias de hazañas en el tiempo. No me tocó la mejor (me decía) pero algo de ese fuego ya me incendiaba, esa locura ya se me había prendido, esa mística que habita nuestro estadio me volvía loco. Me lo contagiaron en los tablones, estoy seguro; en las historias, en las canciones, en los tatuajes, en las banderas.
Hoy los ojos se me enlagunan en vivo, no me la cuentan más, hoy veo a los jugadores dejar la vida, ganar ascensos, festejar campeonatos, defender la categoría contra todos los pronósticos. Hoy no me la cuentan, la veo, la grabo, la escribo. Yo se la voy a contar a alguien mañana, tantas cosas tengo en la pupilas, en el pecho, en la piel. He visto hacer cosas imposibles: a jugadores pasar de la liga a ganar torneos infinitos, a dirigentes pasar del remate del club a construir tribunas y a los hinchas… a los hinchas los vi siempre igual, en la tribuna y en la calle: cábalas, carnavales, canciones. El verdadero hincha de Gimnasia se bancó las peores y no le importa nada, ni el frío, ni la lluvia, ni la guita. No es una frase hecha, ese hincha es el que se bancó los descensos, los remates, los partidos de infiltrado, pero también es el de las caravanas, los banderazos, los festejos. Es el que se comunica de ventana a ventana eliminando la distancia a fuerza de aullidos de gol, sintonizando esta locura a los gritos, a los abrazos. El hincha de Gimnasia está loco, es el que ves con los globos, los disfraces, las banderas, sin importar dónde ni contra quién. Están locos, de la cabeza, enfermos, re locos. El hincha hace cosas increíbles, deja todo de lado, los colores lo pueden y se pinta igual que el corazón; entonces los ves hacer locuras, los ves en una de las peores rachas, perdiendo todos los partidos de visitante, al borde de caer y no se les ocurre abandonar: dar vueltas banderas, dejar de ir, apretar jugadores; no, esos lo hacen otros, al hincha de Gimnasia se le ocurre hacer la bandera más grande de la historia del club, hacer un telón imposible que cubra toda la popular, hacer “Un sentimiento hecho bandera”, como se llama el proyecto que hoy (sin saber todavía en qué categoría vamos a estar) llevan a cabo varios de los hinchas que veo semana a semana en el tablón. No me sé el nombre de todos, pero sé dónde están siempre en el tablón, son esos que también vi pintar las tribunas, los mismos que veo hace años arreglar alambrados, emparejar el piso, levantar paredes. Están locos, estamos a nada de perder todo y ellos llenan la cancha, venden números, hacen rifas, camisetas, parrillas, remeras, juntan el mango para estar en las peores y como si fuera poco, ahora van hacer una bandera tan grande como el sentimiento que los sigue volviendo locos. El hincha de Gimnasia está loco y esa locura va a ser la bandera más grande de la historia del club, esa locura es parte de la historia que vos vas a ver y vas a contar a los que vienen. Es inevitable, es contagioso, es Gimnasia. Sumate, volvete loco y si podés, colaborá, siempre hay una forma de ser parte, pero sabé desde ahora, que de esta locura no se vuelve más.
Por Gabriel Jiménez